Es el tercer proyecto que realizamos en Rumiloma, una de las colinas que deriva del Cerro Ilaló, al Nororiente de Quito. El Ilaló es el volcán mas antiguo de los Andes ecuatorianos, en sus valles se acentuaron los primeros habitantes del Ecuador hacer mas de diez mil años, actualmente ejerce de nueva centralidad y pulmón verde, del desarrollo urbano de la Ciudad.

Las vistas hacia el valle del Inga, son extraordinarias, se divisa el extenso valle, aun poco colonizado por la disepersión urbana, y como telón de fondo, la Cordillera Oriental, con constantes apariciones entre las nubes del Volcán Pasochoa, el Sincholagua y el grandioso Cotopaxi.

La planta en forma de boomerang, permite abarcar con mayor ambición las vistas, separando en el eje central, lo público de lo privado, lo que genera privacidad en las habitaciones de forma sutil, direccionando las vistas a distintas perspectivas. La misma superficie de las habitaciones y la mitad de la zona publica, es repetida en una planta inferior que contiene un gran porch social y un taller.

Desde el taller, se accede a traves de un túnel subterráneo a una cava de vinos, ubicada 10 metros bajo tierra, fue cavada manualmente durante meses, En sus paredes se lucen las marcas del pico que generan una textura inigualable.

La cangauha, del suelo, nos recuerda el ladrillo utilizado para sus mamposterías, que junto a una robusta estructura mixta, entre hormigón en los cimientos y losas. Y acero para vigas y columnas, sostienen una gran cubierta de tejas lojanas, una de las zonas de mayor tradición alfarera del Ecuador.

Esta gran cubierta, recoge cientos de litros de agua lluvia, que es dirigida a una cisterna recolectora, que posteriormente se bombea a una cisterna ubicada en una cota superior del lote, de donde abastese la Casa por gravedad.

La falta de agua potable y el entorno árido del Ilaló, nos motivó a diseñar un sofisticado sistema de recolección y sumistro de agua, donde cuatro cisternas trabajan en conjunto, recolectando agua lluvia de la cubierta, otra almacena la escasa agua potable que llega de la ciudad y una última que recolecta agua de las laderas y calles que sirve para el riego y reforestación del terreno.

Finalmente, se tratan y separan en aguas grices y negras, para enviarlas nuevamente a la tierra. Los acabados son todos de madera, de maderas finas que vienen de arboles caídos de una reserva del propietario en la Amazonía ecuatoriana.

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Participamos como arquitectos en todo el proceso, desde la recolección de los árboles, el transporte desde el interior de la selva, el acerrado, y el trabajo de ebanistas de la Fundación Don Bosco, terminando el proceso de manera sustentable.

Es muy satisfactorio ver el resultado de este proceso, donde se priorizó ser coherente con el entorno, ser responsable con los recursos naturales, potencializando las virtudes del lugar, para crear este proyecto de gran calidad arquitectónica como constructiva.